jueves, 28 de octubre de 2010

el verde y el azul

El verde y azul de los ojos de José Manuel, se abrazaron a mi cuerpo iluminándolo todo. Su risa tímida y afectiva me envolvió los ojos.
Estoy en Santander  y de inmediato pienso en bancos mercantiles. He caminado la mitad del territorio español montada en toda la clase de trenes y automóviles, me  he sentido parte del paisaje y del ritmo de los lugares.
He desandado todos los rincones que mis amigos ya  tiempo antes  habían andado  ; he mirado con mis propios ojos ,los paisajes que otros han mirado, me he sentado a negociar con el tiempo su correr, pero el tiempo es arisco y egoísta, como él puede rozarse con el sol y la luna, como puede hacer tertulias con las ráfagas del viento que se mecen en los columpios de las enramadas, como puede sentarse a tejer aromas y a probar los bocadillos que disimulados posan los arrumados en las hondonadas de los callejones viejos. Pues entonces no me hace caso, asoma la cabeza desde las manecillas que siguen impecable su camino y me ignora.
Detente tiempo…que no me sabes perdida en las calles de Albacete , maniobrando los mapas que consiguió Paco , renegando con las intricadas calles empedradas de chinchilla, y recreando en los ojos de mi amigo las codornices que pillan azoradas por los laberintos de mis pensamientos
que no ves que no he podido recorrer más allá de las bahías de Murcia, ni las playas de Barcelona, que no he andado a pie apurado  Marsella ¿ qué no sabes que en carrera por la carretera de san Pedro he podido sentir tu rabia, tratando de quitarme un sueño al tiempo que querías arrancarme el casco. Pero no te he dejado, porque, más cosas me arrancarás cuando tenga que cruzar pasillos interminables durante mi ascenso en el avión.  Detente, tiempo! No ves que los acantilados se quedaron con mis ojos, que en los trenes anidan secas mis lágrimas, las que derrame por uno o por otro…las que sabía a impotencia y desanimo.
No sabes acaso, que no he podido beberme todas las miradas que salen de los ojos de la aní, ni pude sumergir mas mis cansados pasos en el gorgoreó matinal de la mili…que no pude sostenerme del amurallado sentimiento del carnicero, que al caer la tarde no he podido abrazar mis pensamientos en las manos amorosas de Fernando… no te has dado cuenta que espolveaste ante mis palpitaciones las emociones de manu, que no puedo quedarme sin sentir el cobijo de Carmen que se mueve procurándome todo.. que no puede embotellar las chispas de gema…burbujas metálicas que tintinean golpeándose entre si….que no sabes que no he sentido sobre el colchón como Toni se mueve y me regala sus besos…no me has dejado poner en el perchero de mis oídos la voz de chemari que me salida desde Mallorca, me regala un trozo de su mediterráneo.  
Detente tiempo, que no me das abasto para encuadernar las fotografías de aquella noche , aquella llena de vasos y botanas, entre las guasas y las risas de los comensales..que aun no puedo meter en el almanaque anunciando el 23 de octubre, los rostros alegres de cada uno de los que vivíamos el momento…aun no guardo los cafés ojos de bea y de José; que no puedo colgar las sonrisas de mili y enrique, ni la charla entonada de Juanma, ni las lentas observaciones afónicas de  any, aún no cuelgo la magia que brota alborotada de todos los rincones que forman a mi javi, aún no puedo anotar las horas regaladas al lado de mi sevillano preferido, aun no puedo almacenar las frescura de Sandra y Juanis,  ni el alboroto de Ramona y la sobriedad de José Luis. Que aún no formo el rompecabezas que se llama radio, y que nos ha reunido esa noche. Y me falta mencionar el corazón brotando desde los ojos de Fernando. Aun no puedo poner en mi cartera el cariño que les tengo… Y entonces en el centro desde aquellos primeros días viene la calidez de Juan, que tiene cupo en todos lados…como si él fuera no solo uno, sino todos nosotros. detente tiempo que aun n o logro coordinar las risas de kika y chema que se deshacen entre los pantaloncillos de sus mellizas que van detrás del perro con galletas.

Detente tiempo, que aun no puedo empaquetar la exaltación  de Manel, ni el apuro de mi Yari, y el abrumo del Joaquín, que aún no encuentro el llavero donde vienen Toni y Montse, que los rincones son tantos y muy variados….y los sigilosos pasos de julio, tere y Mague que compartidos hemos mirado ponerse el sol en Murcia, arrinconado en ese lugar tan viejo llamado la Manga. no puedo retener entre los dedos el tejido que  carmen, alex y nerea que bordan con chakira el espacio que han llenado con su sonido, un todo en la vida del que siento tan mi amigo.
Y entonces entre la toma del jubileo sentada en el centro de Caravaca , comiendo no sé qué cosa empiezo a retomar el ayer que tanto me llama y al que tanto acudo..bonito socorro me da este tiempo colgado entre las palmeras y los gatos que bajan entre ellas. Y con Carmen que todas las tardes al servir la mesa me recuerda el sermón de la montaña…mi hermana lela tan querida de siempre.
Y aun no puedo refrendar el amor de javi que me dio medio mundo, medio avión, medio suelo, y puso a mis pies su casa, su cama, su tiempo, su compañía..Aun no puedo retribuirle el valor de este sueño que comenzó con una charla, y que me llenaba de soledad cada vez que lo pensaba, por eso había dejado de pensarlo.,. Detente tiempo, porque aun no puedo agradecer esta oportunidad,  que él,  de una manera  tan desprendida me ha brindado. Cada camino que camine con él, cada suspiro, cada abrazo, cara sonrisa, cada secreto a voces guardado se lo debo agradecer a él.

Y ahora menudo lio me forma el tiempo, que se cuelga desde los picos de Europa burlándose de mi vejez, que ya casi termina mis caminos .
Para comenzar el termino de mis días me queda un pedazo del norte, Santander que  emerge a la orilla de una bahía azul, con unas arenas primorosas con la suavidad de las ventiscan y los amaneceres eternos. La noche cubre desde las siete el meneo del reloj, pero éste es más poderoso que todos los vientos, que todos los climas, éste es más firme que cualquier emoción, eterno…eterno para quien no se muere y para quien  se muere más eterno aun.

-          Espero que mi ciudad te guste- me dijo José Manuel

Chari viene con nosotros en esta marcha diaria, me dice que lo tiene todo tan visto y me empieza a narrar de las demás Españas, las otras ciudades, unas que no he conocido ni conoceré.
No hay otra cosa más hermosa que mirar los ojos de José cuando miran a su mujer, se ponen luminosos, completos, llenos de sol, se agrandan, se humedecen. Y entonces pienso que nada en el mundo es más bello que los ojos de un hombre enamorado.
 Tal vez ella ya está acostumbrada a esos ojos, pero yo que lo miro por primera vez me parece una mirada diferente,  más bella que cualquier laguna, más hermosa que cualquier pueblo yendo a la Asturias o hacia el mar, que los ojos de José Manuel tiene las olas qua todos los días  se azotan contra los acantilados, en los ojos de José se cuelgan las lunas, que todo su cuerpo vibra cuando dice su nombre. Y me he dado cuenta de que es un amigo a quien adoro, uno que me tendió la mano cuando necesité urgente su ayuda, uno que me mira y se sonríe,  me bromea y me explica sus bromas como si yo fuera tonta. Es un chiquillo que cuelga en su morral la inocencia de una persona cálida y emotiva.
Santander  me lo hará recordar, ahora no lo asociaré con bancos mercantiles, ni cosas por el estilo.

-          Iremos por ahí a que veas de lejos Santander, ya sabes esta ciudad es parte de mi cuerpo

Y como no saberlo, en diciembre hará 56 y tiene cuerpo de 35 años, sin gramos de grasa, con una energía y vitalidad que ya quisiéramos tener muchos. Es chispeante, bromista, le gusta las amistades, aunque le cuesta hacerlas y confiarse,  pero yo sé que sus preferidas somos any, Carmen y yo, las primeras y las únicas. Bueno, eso dice él, pero es hombre y poco hay que creerle, son buenos para decir lo que queremos escuchar.
-          Ya sabes que yo soy más de campo que las amapolas.

Y mira que no lo dudo, ese hombre puede mirar de frente sin temor a mostrarse, que tiene una integridad invalorable.
Llegué martes de madrugada y ya está a terminar el jueves, mañana deberé viajar a Bilbao donde debo acogerme en un espacio desconocido, sumergirme en otros ojos, y escuchar otros acentos. Cada camino es para mi variado, pero una cosa los distingue y los une, cada persona que he conocido en este laberinto que ha sido este mes de octubre.
El espacio queda para mencionarlo a mis nietos, cuando recostada en alguna mecedora mis ojos se aguaden recordando esta maravillosa experiencia… como la tía de José que yace en cama, la edad y las enfermedades la tienen postrada. Hoy jueves he ido a conocerla, su cabello ralo y blanco es el marco  ideal para lo rosado de su cara, José me la presenta y yo no puede evitar recordar a mi abuela muerta en febrero, se le parece tanto, todos los ancianos tendríamos que ser igual de bellos, aunque desgraciadamente a veces resultemos molestos.
-          Pero qué guapa es usted Charito.
-          y eso que no tengo puestos los dientes- me dijo mientras me sonreía
Esa casa, es como aquellas viejas casas de la España franquista, habitaciones pequeñas con pocos muebles, y abarrotada de  fotografías sucias, apolilladas y manchadas por la humedad, Los muebles viejos no tienen polvo, de diario una mujer llega a cuidarla. Y José que llega todos los días, de mañana y de noche, solo tiene una tía por parte de su padre y  me pareció bella.
José Manuel tiene una casa  más allá, la está remodelando así que la tiene toda derrumbada, pero entre las maderas, los botes de pintura sobresalen muebles arrumbados, llenos de polvo y olvido ¡con lo que a mí me gustan los muebles viejos, y más si están llenos de polvo!
Me siento de siete cuando entraba con mari al ático de su casa, incluso podría oler igual, si no es porque allá no había mar. Es como retomar algo del ayer, aunque la ciudad, ni el rincón sea el mismo.
Hemos ido a Potes, bueno, no solo a Potes, sino a otros rincones entre uno y otro punto, me encanta la carretera llena de cuervas, mas de 300 cerradas curvas, al final los despeñaderos lanzan sus destellos amenazantes, por encima de nosotros los peñascos, los pinos, el bosque, el cielo azul y limpio. Un día de octubre que no suele ser la costumbre. Desde que llegué a esta tierra, el sol se puso de modo y ha salido de diario, es bueno sentir el calor de ese sol cantábrico en el rostro. El camino asciende y asciende, cada vez sube más y más casi hasta tocar el cielo. El sol primoroso,  se proyecta entre los pinos verdes, pero hay lugares que ya son de tonos dorados, naranjas, amarillos, café, el otoño avanza entre los árboles. Me parece un paisaje de postal, lleno de todos y de nada al mismo tiempo.
Seguimos subiendo por las curvas, en lo bajo del desfiladero el rio baja, se mueve entre las  rocas, el agua es clara. clara como lágrimas; en el fondo las piedrecillas de colores producen un murmullo melodioso que adormece. Recuerdo a Heidi y escucho cantándome abuelito dime tú.
José es muy parlanchín, siempre tiene cosas que decir, pero el ritmo del camino nos viene adormeciendo, la carretera es estrecha de un lado la montaña y del otro, la cañada. Yo cámara en mano me desato con los flashes  y me traigo hasta lo que no se alcanza a visualizar, las ardillas, y los conejos..
Mañana será otro día. Iremos por esos caminos que nadie distingue diferentes, más que los míos, caminando entre gente que sabe vestir. Deslizadas entre las sillas debajo de las sombrillas protegiéndoles del sol que aun no brilla. El sonido de los vasos y el murmullo de los bares es idéntico en todas partes. Las personas se acercan y se convidan, la cerveza brilla por su ausencia, es el agua que me sabe a manantial de san Isidro el que se desborda en las copas que acompañan la comida.
Mañana es jueves y un nuevo lugar espera a recibirme. Que me depara el destino, solo sé que es el regreso.
Y mi hogar y mi familia que he pasado tanto tiempo sin ellos que me los comeré a besos. Ellos que se afanaron por darme una oportunidad de realizar esta aventura…y me dieron este regalo que ha estado lleno de amor.

La noche se extiende silencio, pronto santander echara a dormir sus redes en los mas callado de las horas, nadie sale de noche en este puerto, solo la luna que da matiz a la noche con sus espuelas plateadas.